Érase una vez un niño pequeño que encontró en el balonmano el deporte que iluminaba su forma de ser, en el Balonmano Prado Maríanistas la cantera que le dibujaría su forma de ser deportiva y personal y en el Balonmano Caserio el equipo en el que mirarse para dibujar un bonito camino que se inició hace 9 años y que no sabemos cuándo terminará.

Esta bella historia habla de un chaval que se ilusionó con ese equipo, que todos y cada uno de los sábados que jugaba era titular en la mopa, se colaba en los tiempos muertos entre sus referentes y que vivía, sufría y disfrutaba de cada uno de los momentos que se puede vivir en un equipo así, algunas veces invisible pero siempre allí.

 

 

Ese chaval que hace años daba la vida por ser el mopa oficial, por vivir esas sensaciones, se fijó un camino y una meta, quería jugar alguna vez defendiendo ese escudo de la misma forma que lo había percibido.

Ese chaval se llama Alberto Luengo y aunque en aquellos primeros días sus cualidades eran más futboleras que balonmaneras, sabía que la ilusión y el trabajo por llegar son un coctail que es irrompible que siempre dan un resultado satisfactorio.

El pasado sábado Alberto jugó sus primeros minutos con el Caserio, el pasado sábado Alberto metió su primer gol con el Caserio, el pasado sábado Alberto sudó la primera camiseta, se tiró al parquet a por el primer balón dividido como si le fuera la vida…. el pasado sábado Alberto fue feliz y sobre todo terminó con la satisfacción del que ama algo como la vida misma.

Desde aquellos partidos de mopa hasta este momento, Alberto ha tenido detras la mejor cantera de balonmano que se puede tener, los mejores compañeros, los mejores entrenadores, la mejor forma de entender deporte y educación. Pero sobre todo, lo que ha tenido Alberto es la capacidad suficiente para entender que en ese entorno quien trabaja, con la humildad suficiente para aprender de quienes saben y tienen más experiencia, tiene mucho ganado.

Con aquellos cimientos que se forjaron en dia, con su capacidad para entender lo que tenía que hacer y como lo tenia que hacer y con el equipo humano que rodea a esa cantera Maríanista y a ese equipo Caserio, Alberto ha cumplido una primera etapa en su camino.

 

 

 

 

 

Ahora le queda una segunda etapa final, un sueño…. el sueño de llegar a debutar en partido oficial, con el escudo en el pecho, con ese escudo que solo chicos como él entienden lo que significan, lo que le han dado a nivel personal y deportivo y lo que harían por defenderle. Ese escudo que alguien puede amar tanto como Alberto pero nunca más, porque ese amor se forjó en su infancia con unos cimientos sólidos e irrompibles.

 

Gracias a quienes habéis hecho posible este bonito camino que hemos y seguiremos disfrutando juntos…….

1,2,3…….PRADOOOOO

CASERIOOOOO